La prudencia es el primer paso para alcanzar la sabiduría.
La prudencia es fuente de vida para el que la tiene, el castigo de los necios es la necedad. Proverbios
Prudencia, necedad, ¿qué es lo que entendemos por estas palabras? ¿Cuáles son los límites o la extensión de cada una de ellas?
Prudencia: moderación o sensatez. La persona prudente es sensata, actúa con buen juicio. Pero, cómo se actúa con buen juicio en un mundo tan cargado de noticias, donde los medios de comunicación poseen tanto poder y presentan todos los días actos que están fuera de toda lógica. Donde la prudencia sufre cada día un nuevo desmoronamiento por tanto agravio como producen.
No seamos necios y no nos dejemos engañar, los mismos «listillos» que tratan de hacer el engaño, al actuar así son unos necios también. Todo lo que no se ajusta a hacer el bien, con el tiempo está condenado al fracaso, y para el que lo hace, eso se vuelve en su contra. ¿De qué sirve ambicionar tanto poder, fama o dinero, si una vez conseguido nos encontramos solos? Nos engañamos al creer que tenemos buenos amigos porque pensamos que nos admiran, cuando la realidad es bien diferente, se trata de unos hipócritas que con buenas palabras buscan su propio provecho.
El emblema del hombre sensato, incluso voy más lejos, también de la persona humilde, es la prudencia. El hombre prudente no es temerario, tampoco un holgazán, que no hace nada para no cometer errores. Hay que ser perseverantes, incluso atrevidos, pero siempre desde la humildad, esta virtud debe estar presente en todos nuestros actos. El humilde no es un necio, actúa con prudencia porque sabe dejarse aconsejar; incluso acepta de buen gusto que le amonesten y reprendan. Esto no quiere decir que tenga que obedecer siempre, pero sí escuchar, eso te ayuda después a obrar mejor. Tiene más posibilidad de actuar con éxito la persona bien informada, que la que lo hace «al tun tun».
Cuando uno se encuentra ante una persona humilde, que habla y deja hablar, se siente a gusto y eso se refleja en la persona misma: en su porte; hasta en la forma de sonreír se puede conocer a una persona. Por eso sale a relucir otra palabra clave en la frase inicial, necedad, que es lo contrario de humildad. El necio es prepotente, cree que lo sabe todo y obra pensando que solamente lo que hace él está bien. No hace falta decir lo que ocurre cuando esto sucede, se cometen muchos errores y, lo que es peor, qué desagradable resulta la compañía de personas así.